Amurao: Las manos ociosas del diablo by Fran Barrero

Amurao: Las manos ociosas del diablo by Fran Barrero

autor:Fran Barrero [Barrero, Fran]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Suspense
publicado: 2020-05-01T22:00:00+00:00


No les apetecía tomar otro café, pero tanto el lugar como el ambiente que se respiraba parecían perfectos para una improvisada reunión entre los tres policías. Nuria pidió un té verde, diurético para su eterna dieta, y lo acompañó con un trozo de tarta de tres chocolates. Víctor y Cristina sucumbieron tras el aroma del dulce.

—Pues bien, recapitulemos: tenemos un posible aliado contra Salvatierra y De los Monteros, claro que depende de conseguir ese mensaje. Tenemos que trabajar rápido para no ver el caso cerrado antes de lograr tener pruebas contra esos cuatro. Seguimos sin permiso para interrogar a ninguno de ellos, y tampoco lo han solicitado los presuntos culpables para intentar lavar su imagen tras la emisión del programa de ayer. Quiero llamar a Irene para saber si hay alguna llamada, aunque sea anónima, de afectados por antiguas agresiones y delitos. Me cuesta creer que toda la ciudad tema a esas familias.

—Me da igual lo que hagan los demás o lo que consigamos por anónimos y otros medios. —Nuria se mostraba muy seria, aunque el chocolate en ambas comisuras de la boca no ayudaba—. Voy a centrarme en conseguir ese mensaje aunque me lleve la vida entera.

—Bueno, no exageremos, y ya contaba contigo. Víctor, quiero que tú te entrevistes con la mitad de los antiguos casos que nos faltan, yo me encargaré de la otra mitad. Mañana al mediodía deben estar todos, y ya sabes cómo presionar a los que han hecho grandes gastos desde la muerte de su familiar.

—¿Qué vamos a hacer con respecto a los cuatro? —preguntó el subinspector.

—¿A qué te refieres?

—Deberíamos vigilarlos, controlar sus salidas. Podemos activar un protocolo para que las cámaras de tráfico reconozcan sus coches.

—¿Sabes cuántos tienen entre los cuatro?

—Noventa y siete —respondió Nuria a la pregunta retórica.

—Y podrían haber comprado otros, o tenerlos a nombre de personal de servicio.

—Creo que van a cometer otro ataque, tal vez por diversión, o por asustarnos, como el de Nuria de ayer.

—O por ambos motivos, apuesto a que se divirtieron de lo lindo. Sin duda que son como una mano ociosa del diablo.

—Deberían ser cinco, por lo de los cinco dedos de la mano.

—No, Nuria, ya son cinco, y ese quinto dedo es el más fuerte y peligroso de todos: el que conforman su dinero, su influencia y sus abogados tocacojones. Pongámonos a trabajar, vamos.



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